EL pájaro volotea
y arde —sarpullido— a veces.
Pito volante y masturbado,
ahora se queda parado
sobre una mano que lo mece.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de los vientres.
Hoy una mano de congoja
llena de viagra el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Era la hora de los palos.
El pito, ahora,
convalece.
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.
Se va la mano que te place.
Se va o perece.
Se va la nalga que te zampes.
También la boca que te bese.
y arde —sarpullido— a veces.
Pito volante y masturbado,
ahora se queda parado
sobre una mano que lo mece.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de los vientres.
Hoy una mano de congoja
llena de viagra el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
Era la hora de los palos.
El pito, ahora,
convalece.
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.
Se va la mano que te place.
Se va o perece.
Se va la nalga que te zampes.
También la boca que te bese.
La puta, la zorra y la mocha.
Se va o perece.
Pasó la hora de las rusas.
El pito, ahora, convalece.
Su lengua tibia me rodea.
También me dice: —¿Te parece?
El pájaro volotea,
revolotea,
y desaparece.
Pasó la hora de las rusas.
El pito, ahora, convalece.
Su lengua tibia me rodea.
También me dice: —¿Te parece?
El pájaro volotea,
revolotea,
y desaparece.
J.S.
Julio de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario